Luchemos Contra la Maquinaria Represiva del Estado Imperialista Estadounidense.

¡Libertad Inmediata e Incondicional para Mahmoud Khalil!

Socialistas Sin Fronteras

Repudiamos la persecución de Mahmoud Khalill, estudiante y activista palestino-sirio en la Universidad de Columbia. Su caso no es un caso aislado. Es la expresión lógica de un sistema capitalista-imperialista que vigila, castiga la disidencia y protege sus fronteras ideológicas con la misma violencia con las que impone sus fronteras físicas. Se trata de un ejemplo más de cómo el gobierno de EE. UU., ya sea bajo administraciones demócratas o republicanas, utiliza arbitrariamente las leyes migratorias y su control financiero sobre las universidades para mantener su dominación imperial y control de clase, especialmente cuando es desafiado por las voces de los oprimidos.

La represión de Khalil sirve al imperio
La verdad es que Khali, un residente legal casado con una ciudadana estadounidense, esta siendo perseguido no por violar la ley, sino por denunciar los crímenes de Israel y EE.UU. contra el pueblo Palestino. Khalil no ha hecho declaraciones antisemitas, sino que se unió a los millones por todo el mundo que condenan estas masacres.

Para el sistema capitalista-imperialista la verdad es intolerable. EE.UU. necesita conformidad ideológica para sostener su orden global, reprimiendo especialmente la resistencia que proviene de inmigrantes, minorías oprimidas y la clase trabajadora. Su intento de deportar a Khalil no tiene relación con la “seguridad nacional” como declara el Departamento de Estado norteamericano, ni con ningún “fraude”. Se trata de silenciar la disidencia que reta el relato oficial. El Estado que arma regímenes violentos en el extranjero, silencia a quienes los denuncian en casa. 

Los derechos democráticos bajo el capitalismo nunca están garantizados
Nosotros luchamos por mantener y expandir todo derecho conquistado en el pasado, incluyendo la libertad de expresión, la libertad académica y los derechos humanos, supuestos logros de la democracia liberal. Pero bajo el capitalismo, estos ideales son privilegios condicionales, sujetos a la utilidad para el capital. Para estudiantes inmigrantes o para los trabajadores estas libertades desaparecen al contradecir el orden dominante.

Las universidades no son neutrales
¿Dónde están las universidades? ¿No deberían, como instituciones, proteger a sus estudiantes? La respuesta es clara: no son neutrales. Están integradas al Estado capitalista, y su función principal es reproducir las condiciones que sostienen las desigualdades inherentes a la explotación capitalista. Su papel es moldear una fuerza laboral alineada con el sistema, que se conforme bajo la ilusión de una pseudolibertad.

Las universidades sirven a la clase dominante, formando alianzas con corporaciones privadas y entidades estatales para llevar a cabo proyectos de investigación que eventualmente puedan comercializarse, incluidos proyectos militares. Cuando estudiantes como Khalil desafían este acuerdo, las universidades responden con silencio o complicidad. Columbia y UPenn perdieron fondos durante el gobierno de Trump, no por defender los derechos humanos, sino porque sus estudiantes se hicieron visibles en la lucha ideológica. Las instituciones no se resistieron; se rindieron, dejando a sus estudiantes solos ante la represión estatal.

La violencia estatal como disciplina de clase
Khalil fue trasladado a un centro de detención remoto del ICE en Luisiana, lejos de su esposa embarazada, su abogado y su comunidad. Esta es una táctica deliberada de aislamiento, parte de una estrategia para quebrantar su voluntad y enviar un mensaje.

Así opera el Estado capitalista: no con debate abierto, sino con terror estatal y fragmentación. Khalil es tratado igual que los trabajadores, los miembros de sindicatos y todos aquellos que desafían al poder. Esto no es una excepción, es una advertencia.

El camino a seguir: lucha de clases y solidaridad
La respuesta liberal se conforma con reformas menores, cierto apoyo institucional o una simple condena moral. Pero eso no es suficiente. No necesitamos leyes más amables; necesitamos un sistema diferente. Uno que no dependa del poder imperial, la violencia racial ni la explotación.

El camino a seguir es la organización de clase desde abajo. Los estudiantes deben unirse a trabajadores, inmigrantes y movimientos antiimperialistas. Las universidades deben convertirse en centros de resistencia, no solo con protestas simbólicas, sino mediante acciones materiales: huelgas, ocupaciones, campañas de desinversión y solidaridad global.

¡Libertad inmediata e incondicional para Mahmoud Khalil!
¡Reincorporación inmediata de todos los trabajadores despedidos por expresar solidaridad con el pueblo palestino!
¡Derrotemos la represión estatal y la criminalización de la protesta!
¡Alto al genocidio contra el pueblo palestino!

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